En un principio, el trabajo y la tierra era la ocupación de la mayoría de los españoles. La Vega y el cultivo de la misma fue la principal actividad económica desde la fundación del municipio, pero con el tiempo ha ido decreciendo en función de las nuevas fuentes de crecimiento económico, la construcción y los servicios.
Hasta mediados del siglo XX, el municipio se dedicaba exclusivamente a la agricultura. Había mucha miseria. La gente vivía del campo y del ganado. De siempre ha habido huertas de hortalizas, tomates, pimientos, ... y frutas como las cerezas. Se intentaba vender las cerezas en la plaza del Mercado de Abastos en Granada, lo llevaban los transportistas del pueblo en carros (Antonio Garcia Pinel, Rafael Rodriguez Balderas alias el Pavo, Antonio Esperidon Martin). También existían huertas de nardos y crisantemos.
A los propietarios de fincas rústicas, que unos meses después de terminada la zafra, acudían a la oficina del contratista a liquidar lo que valió el fruto de su cosecha, no así a los jornaleros, que, pasada la campaña o temporada, debían de buscarse la vida en la plaza pública o en la taberna, si no había trabajo.
El de la leña, se ocupaba en ganarse el pan transportando a lomos de un borrico, o en el suyo propio, ramas de pino o ripios de almendro u otro tipo de árbol que encontraba ocasionalmente, que le regalaran o que comprara para revender.
Existían pequeñas tiendas que se llamaban de vinagre o aceite y que por aquellos años tomaban la denominación de ultramarinos y donde se fiaba o se usaba el trueque.
También estaba la silueta diaria del cartero, que pasaba horas al paso monótono de la caballería que subía pendientes y bajaba cuentas.
Los ventorros y ventorrillos de los que ya casi nos queda solamente la historia o el nombre. Allí, los arrieros reponían fuerzas, las más de las veces se solicitaba un plato caliente de lo que la posadera tuviera a mano sacado de la olla o de la sartén. Por allí también pasaban los transeúntes, que dejaban en el aire o en los oídos de la ventera, la última o la más estridente noticia que corría por entonces.
Todo el mundo tenía cerdos, gallinas, cabras, ovejas y vacas, y el estiercol de los animales lo usaban como abono para el campo. Cuando se secaba un cerezo, el tronco se lo llevaba el dueño de la finca y los trabajadores aprovechaban las ramas.
En Calle Abajo existía una Hermandad de Labradores y Ganaderos, donde se organizaba las partidas de trabajadores que iban a trabajar al campo. En 1961 la Hermandad de labradores y ganaderos estaba en la Barranco de Alborox. Luego pasó al edificio que antiguamente era la cárcel y que actualmente ocupa la sede de Cáritas en la calle Real. Más tarde, en la década de los 80, la Cámara Agraria se encontraba en el Ayuntamiento de Cenes de la Vega.
El ganado predominante era el ganado lanar, aunque también se criaban cabras y vacas.
Por Cenes de la Vega pasaba un Camino Real, por donde circulaban los Toros de Pelayo, persona muy influyente en aquella época en Granada, ya que cuando pasaba su ganado, todo se paralizaba en el pueblo.
En la década de los sesenta empiezan las corridas de cerezas, donde se subastaban las cerezas y se las llevaba el mejor postor.
También en la década de los 50 a 70 era típico la venta ambulante en la que venían con una motocarro cargados de artículos de todo tipo: medias, sábanas, manteles, ropa, pañuelos, ....
En 1968 aparece una industria de salado de cueros en la Carretera de la Sierra Nevada, justo donde ahora se encuentra el Centro Sociocultural.
Luego, con el boom inmobiliario que comenzó a finales de los sesenta, empezó a vivirse del ladrillo y del sector servicios (taberna , bares y restaurantes). Una de las primeras tabernas fue el Ventorrillo, frente al edificio Las Mimbres. Cuando venía la gente a vender las mercancías en los carros, hacían parada en la taberna a descansar y a tomarse un vinillo, ya que se consideraba el centro neurálgico del municipio.
“El que va a un entierro y no bebe vino, es porque la suya viene de camino”
Luego fueron apareciendo otras ventas como el Bar Asadero de Pollos Carlillos, Venta de los Rosales, luego apareció el Asadero, el Restaurante Don Gonzalo, Ruta del Veleta, ....
“Vamos a las Venta de los Rosales, que allí nos espera Ernesto (dueño de la venta) y Palomares”.
La ciudad se ha estructurado en torno a la Carretera de la Sierra. Entorno a ella, se han engendrado los nuevos usos industriales, comerciales, turísticos, hosteleros y recreativos.